Acapulco, Guerrero.- El paso del huracán “Otis” por Guerrero, dejó un Acapulco devastado y sumergido en una crisis social y económica, que a un año de su impacto sigue latente.
Con solo dar un paseo por la ciudad se pueden seguir apreciando los daños estructurales en hoteles, negocios, viviendas y playas.
Toda la ciudad incomunicada, con cientos de personas desaparecidas y las calles y avenidas intransitables.
Otro castigo más para Acapulco fue el desabasto de alimentos y agua potable, argumento que usaron muchos para saquear supermercados, tiendas de conveniencia y hasta centros comerciales, sin que alguna autoridad lo impidiera.
Salir de los hogares en busca de familia, comida y agua fue la osadía de miles de ciudadanos que caminaron largos tramos en su búsqueda.
Tres días después de Otis, los víveres empezaron a llegar.
El sector privado hizo lo suyo con la instalación de plantas potabilizadoras de agua. Luego llegó la distribución de alimentos y el restablecimiento de las comunicaciones.
Así iniciaban los trabajos para poner de pie a un paraíso turístico, casi borrado del mapa.
A un año de este devastador huracán, aún falta mucho por atender para que Acapulco vuelva a levantarse por completo.